Aunque el periférico barrio de Koekelberg no tiene demasiadas cosas interesantes para visitar, una edificación destaca por encima de las demás: la Basilique du Sacré-Coeur.

Esta basílica fue mandada construir por el rey Leopoldo II en el año 1902, con la intención de crear un espacio donde poder concentrar grandes congregaciones, en respuesta al gran crecimiento que experimentó la ciudad en esa época. Así que, tres años más tarde, comenzó la construcción de este edificio a cargo de Pierre Langerock, aunque las obras no finalizaron hasta el año 1970. Y lo hicieron a manos de otro arquitecto, Albert Van Huffel, ya que el proyecto inicial fue finalmente desestimado por temas económicos.

Lo que más te llamará la atención de la basílica probablemente será su cúpula de bronce verde, de 90 metros de altura, que es visible desde muchos puntos de la ciudad.  Además, puedes incluso subir hasta su parte superior, desde donde descubrirás unas espléndidas vistas panorámicas de Bruselas. 

Asimismo, verás que la construcción está hecha de piedra caliza y terracota, y que sus dimensiones son bastante impresionantes. Su fantástica nave mide 141 metros de longitud y en ella, sobre el altar mayor, encontrarás la figura de un Cristo en la Cruz rodeado de ángeles arrodillados, obra de Harry Elstrom. 

Fíjate también en las hermosas vidrieras, que ayudan a dar una cálida iluminación al templo. Además, recuerda que también puedes acceder a la galería, donde hallarás una  pequeña exposición sobre el proceso de construcción de la basílica.