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Historia

Historia (1)

Aún hoy no se conocen datos que aseguren con exactitud en qué siglo se asentaron en Nueva York los primeros pueblos llegados de Asia a través del estrecho de Bering. Lo que sí sabemos es que aproximadamente en el año 1.000 los vikingos, al mando de Leif Erikson, ya habían llegado hasta la actual Norteamérica, y que sobre el siglo XVI el archipiélago estaba ocupado por tribus de la familia de los algonquinos, que vivían básicamente la caza, la pesca y el cultivo de maíz, calabaza y frijoles. De hecho, a ellos se les debe el nombre actual de la isla. Los indios la llamaban Mannahatta, que significa isla pequeña. Hoy, la llamamos Manhattan.

Los algonquinos poblaban gran parte de la costa canadiense y estadounidense y estaban divididos en grupos familiares que se identificaban por el área donde vivían. Así los canarsies vivían en lo que hoy en Brooklyn, los rockaways en Queens y los munsee en Manhattan, por ejemplo.

El descubrimiento de la bahía no se produjo hasta el siglo XVI. Como todos sabemos el 12 de octubre de 1492 Cristóbal Colón descubrió América y desde entonces varios países europeos se fueron lanzando progresivamente a la conquista del nuevo mundo. Así, el navegante florentino Giovanni da Verrazano, a las órdenes de Francisco I de Francia, ex-duque de Angulema, debía buscar un paso a Asia por Norteamérica. Fue en 1524 cuando exploró las costas de Carolina del Norte y descubrió la bahía de Nueva York, que lo bautizó como Nueva Angulema. Desafortunadamente para Francia, el descubrimiento no tuvo mayores consecuencias.

Ya en 1609 el veterano navegante inglés Henry Hudson, a las órdenes de la Companía Holandesa de las Indias Orientales, intentó una vez más encontrar el famoso paso a Asia. Llegó a la bahía con su gran nave de 80 toneladas, llamada Halve Maen, y exploró el río que hoy lleva su nombre. Poco después, los holandeses comenzarían la colonización.

Los primeros en instalarse aquí en 1613 fueron el navegante Adriaen Block y su tripulación. Apenas estuvieron unos meses mientras arreglaron unos grandes desperfectos de su navío, en parte, gracias a los pueblos autóctonos de la zona, aunque luego fueron descritos como pueblos hostiles. La colonia de Nueva Amsterdam fue fundada un año después, en 1614, y en 1623 llegaron las primeras familias de colonos, formadas por poco más de 100 personas. Un par de años más tarde llegaron más y más familias, además del ingeniero Cryn Fredericks, quien ideó una fortaleza en la isla de Manhattan: el Fort Amsterdam, donde hoy está el National Museum of the American Indian.

Y pronto llegaría lo que por muchos historiadores es conocido como el primer expolio contra los indios en la historia de los Estados Unidos, cuando Peter Minuit, primer gobernador de la colonia, compró la isla de Manhattan a los indios nativos a cambio de baratijas, equivalentes a unos 60 florines, poco más de 24 dólares.

Ya en 1647 Peter Stuyvesant fue nombrado gobernador y mandó levantar varias construcciones civiles para reordenar y reorientar a la población: una fortificación, escuelas, muelles, puentes... Hacia 1660 Manhattan contaba con casi 1.500 habitantes que vivían principalmente de exportar pieles de nutria, castor y visón y el cultivo del tabaco, realizado en el área de la actual Greenwich Village y Upper East Side.

En 1664 Nueva Amsterdam se rindió a los ingleses sin ofrecer resistencia alguna, quienes pronto la renombraron Nueva York, en honor del duque de York. Y es que tras triunfar los ingleses sobre los holandeses, el rey de Inglaterra Carlos II cedió a su hermano el duque de York un gran territorio que incluía esta colonia holandesa.

La ciudad aumentó así su velocidad de desarrollo y para principios del siglo XVIII ya tenía unos 5.000 habitantes, quienes comenzaron a vender harina a Europa, uno de los productos de exportación más importantes. Tanto, que incluso hoy, podemos ver unos barriles de harina en el escudo de la ciudad.

En 1765 llegó el famoso “Stamp Act”, una ley británica que imponía una tasa en documentos oficiales y otras publicaciones que pronto provocó que 9 de las 13 colonias en América protestaran activamente contra Inglaterra. Aunque la ley se abolió 1 año después, sería la gota que colmó el vaso. Los comerciantes neoyorquinos organizaron un gran boicot a los productos británicos en 1768 y surgió el movimiento Sons of Liberty, hijos de la libertad, que acabaría por expulsar al gobernador británico en 1775. Pero no sería hasta el 16 de noviembre de 1783 que George Washingon no consiguiera expulsar a los británicos definitivamente, es el llamado Evacuation Day. 

Durante un breve periodo de tiempo, Nueva York fue la capital de los Estados Unidos. Y es que incluso George Washington juró sobre la biblia en el Federal Hall en 1789, situado en Wall Street. Tras cinco años como capital, Nueva York comenzaría su gran desarrollo económico.

En el año 1800 la ciudad ya tenía 60.000 habitantes y el puerto crecería a una velocidad de vértigo. Por ejemplo, en 1807 Robert Fulton ya botó su primer barco de vapor y en 1818 ya existía la primera línea regular entre Nueva York y Liverpool.

Apenas 30 años después Nueva York ya contaba con 200.000 habitantes y se crean los primeros omnibuses tirados a caballos y la primera vía del ferrocarril entre Nueva York y Harlem. Para 1860 la población se había cuadriplicado y, aunque de 1861 al 65 tuvo lugar la Guerra de Secesión, la victoria de la Unión trajo grandes ventajas a la ciudad, además de la deseada abolición de la esclavitud.

Hacia 1870 hacen su aparición los primeros edificios de hierro fundido y los ascensores, la combinación ideal para el desarrollo de la arquitectura vertical de la ciudad. En 1880 se acaba Central Park, en 1883 se inaugura el puente de Brooklyn, en 1886 la Estatua de la Libertad y a principios del siglo XX comienzan a levantarse los primeros rascacielos, mientras que en Rusia los comunistas toman el poder. Como puedes ver, la ciudad crecía a un ritmo frenético.

Ya en 1929 llegó el crack de Wall Street, que fue especialmente dura en la ciudad de Nueva York. Innumerables proyectos quedaron inacabados y hasta unos cuantos años después no se retomaría el pulso. A mediados de los años 30, gracias a el New Deal proclamado por Franklin Roosevelt, comenzaría a relanzarse la economía que, se vería catapultada, a raíz de la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias.

Fue entonces cuando infinidad de intelectuales y artistas se refugiaron en los Estados Unidos y particularmente en Nueva York. Desde Marc Chagall, Albert Einstein y Piet Mondrian hasta cientos de miles de inmigrantes que buscaban un futuro mejor.

Nueva York comenzó a llenarse de gente y las industrias y la actividad portuaria tuvo que alejarse a New Jersey y otras zonas. Desafortunadamente en los años 60 y 70 tuvieron lugar diversos choques raciales y Nueva York pasó a tener un índice de criminalidad muy elevado. 

A partir de los años 80 Wall Street renace y Nueva York se afianza como centro financiero mundial y en los 90, en gran parte gracias al queridísimo alcalde Rudi Giuliani, la ciudad comienza a conocer una nueva época dorada. La criminalidad disminuye drásticamente; se rehabilitan el Harlem, el Bronx y Brooklyn; se abren nuevos museos que atraen a turismo y reavivan las ansias de saber; la población vuelve a crecer y el cosmopolitismo se multiplica. Y ya en 2001 los tristemente conocidos atentados del 11S detuvieron este crecimiento por un tiempo, para relanzarse con más fuerza a los pocos años.

Hoy Nueva York es la ciudad más poblada de todo Estados Unidos. Comprende la isla de Manhattan, el Bronx, Queens, Brooklyn y Staten Island, aunque la mayoría de turistas se dirigen a Manhattan como si fuera la ciudad de Nueva York.

Manhattan mide poco más de 21 kilómetros de alto por algo menos de 4 de ancho y alberga una cantidad inabarcable de museos, una oferta de obras de teatro y musicales apabullante, un sinfín de localizaciones famosas de cine, rascacielos que quitan el aliento, preciosas plazas e inmensos parques y muchísimas de las mejores tiendas y restaurantes de todo el mundo. Por algo Nueva York es conocida mundialmente como “la ciudad que nunca duerme”.

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