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“Ave César, los que van a morir te saludan”. Con esta frase se presentaban los gladiadores ante el emperador durante el desfile previo a los juegos que aquí se celebraban.
El Coliseo, originalmente llamado Anfiteatro Flavio, es el monumento más famoso y representativo de la capital italiana. Fue empezado a construir por el emperador Vespasiano en el año 72 dC, sobre el lago artificial que Nerón había diseñado para su palacio. Pero no fue hasta el año 80 que esta edificación fue inaugurada por Tito, con unos juegos que, se dice, duraron 100 días.
Se cree que el edificio pudo haber tomado su nombre de la enorme estatua de bronce del Coloso de Nerón que se alzaba junto al anfiteatro. Se dice que esta escultura fue finalmente retirada durante la Edad Media, y probablemente acabaría en alguna fundición.
A estas alturas, ya sabrás que el Coliseo, además de ser un lugar de celebraciones, también fue un espacio de numerosos sacrificios de hombres y animales. Estas peleas eran financiadas por el propio emperador y también por las clases altas de la época.
Lo que quizá no sepas, es que la entrada al recinto era gratuita para todo el mundo. Eso sí, los espectadores debían sentarse en las gradas dependiendo de su clase social y profesión. Así, los senadores se sentaban en el primer nivel de gradas, junto con la orquesta. Después se encontraban los asientos de los caballeros y, más arriba, la plebe. En la parte superior había además un balcón donde se situaban las mujeres, los esclavos y los pobres. El emperador y su familia, por supuesto, tenían su propio podio en la parte baja del anfiteatro.
Desde esa tribuna los emperadores presidían las celebraciones, que en ocasiones llegaban a durar unos cuantos meses. Normalmente, por las mañanas se realizaban las luchas de animales, al mediodía las ejecuciones públicas, y por las tardes tenían lugar las luchas de gladiadores.
Vale la pena destacar que, para esos espectáculos con animales, se hacían traer especies de lugares como Asia o el norte de África, a las que el pueblo romano no estaba acostumbrado.
Para los espectáculos de gladiadores se escogía a los luchadores de entre los criminales condenados y los esclavos. Estos se dividían en diferentes categorías dependiendo de si iban fuertemente armados y protegidos o sólo llevaban redes y tridentes. El destino de estos gladiadores dependía del favor de los espectadores, que debían levantar su pulgar si querían que el luchador siguiera con vida, o señalar hacia abajo si querían que muriera. No hace falta decir que eran pocos los que se libraban de la muerte. De hecho, se calcula que en estos juegos murieron entre 500.000 y un millón de personas. Cuando esto ocurría, los cuerpos eran sacados de la pista en camillas, y sobre su sangre se esparcía arena para así poder continuar con un nuevo combate.
Otro dato interesante que has de saber es que en el Coliseo también se celebraban espectaculares batallas navales que requerían inundar la arena de agua. Para ello, el anfiteatro poseía un elaborado sistema de canalización que permitía llenarlo y vaciarlo con gran rapidez.
Poco a poco, a medida que aumentaba la importancia del cristianismo en Roma, el Coliseo fue perdiendo importancia, hasta que se celebraron los últimos juegos a principios del siglo V. Tras su decadencia, el anfiteatro pasó por diferentes fases, llegando a ser incluso un cementerio.
Durante el papado de Gregorio I, el Coliseo, junto con la mayoría de monumentos antiguos, cayó en manos de la Iglesia, pero ésta no tenía suficientes recursos para mantenerlo, así que pronto terminó en el abandono. Más tarde, en 1804, el papa Gregorio VII fue expulsado de la ciudad y muchos monumentos fueron adquiridos por las familias nobles romanas. Tras esto, fueron los Frangipani quienes se adueñaron del Coliseo, convirtiéndolo en una especie de fortificación. Sin embargo, en el año 1312, el anfiteatro volvió a manos de la Iglesia.
Si te preguntas porqué la construcción más emblemática de Roma no es precisamente de las mejores conservadas, la verdad es que motivos hay unos cuantos. Por un lado, que pasara de mano en mano no ayudó mucho. Por otro, el gran terremoto de 1349 hizo que se derrumbase el lado del extremo sur. Además, a lo largo de los siglos XV y XVI, el mármol travertino que recubría el edificio fue usado para construir otros edificios de la ciudad, como el Palacio Venezia o la Basílica de San Pedro.
Todo esto duró hasta que el papa Benedicto XIV declaró el Coliseo como un lugar sagrado, debido a la sangre de los mártires cristianos que en él se había vertido.
Hoy en día, el Coliseo es sin duda el gran atractivo turístico de Roma, y ha sido llevado al cine en infinidad de ocasiones. Si quieres hacerte una idea del aspecto que tenía en su momento, no dudes en ver la película “Gladiator”, de Ridley Scott, donde se realizó una fiel y espectacular reconstrucción digital del edificio.
Como curiosidad, en 1980 la UNESCO declaró el anfiteatro como Patrimonio de la Humanidad. Y en 2007 ha sido designado como una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo. Así que... ¡ya puedes sumar otra maravilla del Mundo a tu colección particular!.
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