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El Foro Romano fue en su época el centro social, político y económico de Roma, donde la gente iba tanto para comprar como para hacer consultas y cotillear.
Si empiezas tu paseo por el Foro tras descender del Campidoglio, accederás por la entrada del Templo de Saturno. De este templo, que es uno de los más antiguos de Roma, sólo se conservan las 8 columnas jónicas que verás. El templo era a su vez la tesorería del Estado. Si te fijas, todavía se conserva una inscipción que dice “Senatus Populusque Romanus”, es decir, “El pueblo y el Senado de Roma”. Todavía podrás ver las iniciales de la inscripción en muchos autobuses o tapas de alcantarillado de la ciudad.
Más adelante llegarás a una plataforma ligeramente curvada, habitualmente rodeada de una barandilla de hierro. Se trata de la Rostra, y es el lugar que se empleaba para los discursos políticos. El más famoso, gracias a Shakespeare, fue el de “Amigos, romanos, gentes del campo”, pronunciado por Marco Antonio tras el asesinato de Julio César. También la cabeza y las manos de Cicerón fueron expuestas aquí después de que fuera sentenciado a muerte. Y se dice que Julia, la hija de Augusto, ejerció aquí la prostitución, en uno de los muchos actos que provocarían su destierro.
Junto a la Rostra, se levanta el Arco di Settimio Severo, uno de los monumentos más asombrosos y mejor conservados. Este arco de triunfo fue erigido en el 203 dC para celebrar el décimo aniversario de Septimio Severo como emperador, y se considera un ejemplo soberbio del género por la armonía de sus proporciones. Se cree que durante la Edad Media, en el arco central, semienterrado, había una barbería.
Cerca hallarás el Lapis Niger o piedra negra, que señala el lugar de una importante tumba antigua. Se dice que posiblemente es la del mismísimo Rómulo.
Un poco más adelante, a lo largo de la Via Sacra, llegarás a la Curia, antigua cámara del senado. El edificio original fue encargado por Julio César y reconstruido por Diocleciano tras un incendio. Esta construcción se halla en un gran estado de conservación gracias a que los cristianos la convirtieran en una iglesia en el siglo VII. En su interior encontrarás tres bancadas de mármol en las que se sentaban los 300 senadores. Para ejercer sus votaciones, se sentaban a un lado los que estaban a favor y al otro los que estaban en contra.
Junto a la Curia se encuentra la Basílica Aemilia. Las basílicas no eran un lugar de culto, sino centros de reunión para políticos, prestamistas y comerciantes. Esta basílica se alzó en el 179 aC y, tras varias reconstrucciones, terminó incendiada cuando los visigodos saquearon Roma en el 410 dC. Puedes buscar en el suelo las huellas de las monedas que se fundieron cuando el fuego la destruyó.
Al otro lado del Foro, verás la Basílica Giulia, otro tribunal o palacio de justicia. Tras numerosos saqueos y robos, tan sólo las escaleras, el pavimento y fragmentos de columnas permanecen en pie. Esta basílica era la sede de los 180 magistrados que se ocupaban de los casos civiles. Si observas los escalones de la entrada, verás que hay algunos tableros de juego grabados. Al parecer, cada abogado solía contratar grandes grupos de animadores para que aplaudieran sus intervenciones y abuchearan las de los demás. Se cree que fueron estos animadores los que, en los largos momentos de espera, se entretenían practicando estos juegos.
En el lado este de la Basílica, encontrarás el Templo de Cástor y Pólux. Lo reconocerás por las tres esbeltas columnas corintias que se conservan. Según la leyenda, los gemelos Cástor y Pólux ayudaron a los romanos a vencer a los latinos en la batalla del lago Regillus.
Otra de las construcciones clave del Foro Romano es el Templo de César. Este templo lo construyó Augusto en el año 29 aC, en el lugar donde se incineró el cuerpo de Julio César. Los restos que quedan son escasos, pero si te sitúas enfrente podrás observar una bonita vista de la zona occidental del Foro.
Siguiendo con el recorrido, llegarás al Templo de Antonino y Faustina, dedicado originalmente por el emperador Antonino Pío a su fallecida esposa Faustina. Al morir él, 20 años más tarde, el templo quedó también consagrado a su figura. Más tarde, en el siglo XI, fue convertido en iglesia cristiana.
A la derecha, verás el Templo de Vesta. Este edificio circular fue el hogar de las vestales, 6 sacerdotisas que tenían el deber de mantener vivo el fuego sagrado de Vesta, diosa del hogar. El culto a las vírgenes vestales era uno de los más antiguos de Roma. Las vestales fueron las mujeres más importantes de la sociedad romana, eran elegidas siendo apenas unas niñas y debían prestar servicio durante unos 30 años. Estas sacerdotisas vivían con toda clase de privilegios, pero a cambio se las obligaba a permanecer vírgenes. En caso contrario, eran enterradas vivas y los hombres responsables recibían latigazos hasta morir.
El siguiente gran edificio que encontrarás es la enorme Basílica de Majencio. Su construcción fue ordenada por el emperador Majencio, pero antes de que lo terminara fue asesinado por Constantino, que pasó a ocupar su trono. Como las demás basílicas de la época, el edificio era usado como un lugar para los negocios y la administración de la justicia.
Junto a esta Basílica, hallarás el Antiquarium Forense. El que fuera Convento de Santa Francesca Romana se ha convertido hoy en las oficinas desde donde se dirigen las excavaciones del Foro. En su claustro, además, hay un pequeño museo donde se exhiben urnas funerarias, tumbas y esqueletos.
Siguiendo por la Via Sacra, llegarás al final del Foro, donde se halla el Arco de Tito. Domiciano mandó construir este arco de triunfo en honor a su hermano Tito, tras sus victorias en Judea. Merecen especial atención los relieves del interior del arco, que describen el regreso triunfal de los soldados tras las batallas.
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